lunes, 19 de mayo de 2008

Crónicas de una ida y una vuelta: Capítulo II


Tommy Castechulix era un mago particular, no ponía mucha atención en clase (en verdad siempre se quedaba dormido), no demostraba respeto alguno por los profesores y solía faltar a clase bastante seguido.

Vivía con su padre en la ciudad de North Hood, la cual quedaba a una distancia bastante considerable de cualquier comunidad mágica y a su vez, era una de las localidades Muggles más importantes del país.

Su padre, Héctor Castechulix, era un millonario e importante empresario Muggle, era el dueño de una enorme empresa multinacional, con distintas sucursales alrededor del globo. Por eso desde muy chico, Tommy había ido de de ciudad en ciudad, viviendo por algún tiempo en una y luego mudándose a otra; gracias a esto, conocía casi todo el mundo.

No era hijo único, tenía dos hermanos y una hermana que eran mucho mas grandes que el y hacía tiempo se habían ido a triunfar a Europa. Dado que era el más joven y que continuaba viviendo con su padre, era un chico bastante consentido.

La sangre mágica la había heredado de su madre, que había muerto al nacer Tommy; aparentemente el esfuerzo que le llevó dar a luz fue enorme y por ello cuando se quedó dormida luego de todo el trabajo de parto, su espíritu abandonó el mundo mortal.

Henry y él se conocieron en el principio de sus años en el Instituto de Cultura Mágica; si bien en los primeros dos años de la enseñanza casi no cruzaron palabra, Henry le caía bien. Tommy conocía bastante bien la historia de los Persico, como cualquier mago del país (el gobierno se había encargado de ello), pero no los repudiaba ni les parecían unos salvajes; de hecho compartía ampliamente la ideología que profesaban, dado que consideraba que los Muggles eran bastante infradotados, y a veces los atacaba para entretenerse. A pesar de eso, solía rodearse de ellos, y consideraba que sus invenciones y su forma de vivir eran bastante provechosas. No le gustaba el -feudalismo- (como usualmente llamaba al estilo de vida de las comunidades mágicas europeas) en que vivían otros magos.

Rápidamente transcurrieron sus primeros años en el Instituto, sin mucho vértigo y de forma muy tranquila, dado que el país estaba en plena época de apogeo luego de la caída de Lord Voldemort, al igual que el resto del Mundo Mágico. Si bien se encontraban a muchos kilómetros de distancia, la Sombra se había extendido bastante entre 1994 y 1998 y los jóvenes magos como ellos conocían el nombre del Señor Tenebroso gracias a distintas leyendas o viejas historias que solían contarse los unos a los otros.

Durante esos años casi no se relacionaron e interactuaban muy poco entre si. Tommy lo saludaba cada vez que se lo cruzaba en los pasillos del Instituto y Henry respondía, pero continuaba su camino hundido en pensamientos. A decir verdad, Tommy era bastante más popular que Henry; generalmente se lo podía ver en un grupo de jóvenes magos y brujas, ya sea en el comedor a la hora de alimentarse, o en los recreos que tenían entre una clase y otra. A su vez, Henry era bastante solitario (gracias a la fama de su familia) y como no compartía las mismas asignaturas que Tommy y dormía en una habitación bastante alejada de la de él, lo cruzaba bastante poco.

*

Algunas semanas después del comienzo del sexto año, Henry se encontraba en la biblioteca del Instituto leyendo unos libros y trabajando en un largo ensayo. Era bastante temprano y la hora del desayuno todavía no llegaba, pero el insomnio (o la falta de apetito) era algo concurrente en los últimos tiempos y se había levantado antes del alba. Cerca de la hora del comienzo de clases se abre la puerta de la biblioteca y entra Tommy con su mochila al hombro y fumando de una pipa de sauce. Lo vio a Henry y se dirigió a la mesa donde se encontraba, luego de sentarse y sacar unos libros de su mochila se puso a leer.

Sin levantar la mirada, Henry le dijo - No sabía que fumabas-.

Tommy levantó la vista y sonriendo le contestó - Hace unos meses que empecé, un día tuve muchas ganas de fumar y me termine haciendo una pipa ¿Te molesta?-

- No, para nada- dijo Henry- tiene un olor bastante agradable- y mirando a su compañero por primera vez, le sonrió.

- ¿Querés fumar vos también? Tengo una de más- le ofreció alcanzándole el objeto de madera.

Henry dudó unos instantes pero terminó aceptando, llenó la pipa con la tabaquera que le dio Tommy y la encendió con su varita. Momentos después, tiraba humo y continuaba con su ensayo.

- No entiendo la razón- dijo al rato - pero fumar me genera mucha paz-

Tommy volvió a alzar la vista y le dijo - Ese es el objetivo, aunque seguramente su poder te pueda ayudar en otros aspectos, no se te ve muy bien-, a lo que Henry quedó bastante sorprendido.

Momentos más tarde estaban inmersos en una conversación, y al parecer Tommy estaba bastante enterado de su vida y hacía preguntas hábiles, porque Henry se encontró hablándole de sus propias esperanzas y temores como nunca antes se había atrevido a hacer con otra persona. Tommy asentía con movimientos de cabeza, y los ojos le brillaron cuando oyó hablar de los Aurors.

A partir de ese día su relación creció y se hicieron grandes amigos, Tommy lo introdujo en el grupo y pronto la soledad de Henry pasó a ser algo del pasado. Vivían encerrados en la biblioteca; Tommy le confesó que las clases lo aburrían mucho y que cuando faltaba, en realidad se la pasaba leyendo en esa sala. Henry quedó muy sorprendido, no imaginaba que su amigo tuviese tanto amor por el conocimiento y la magia. A decir verdad, Tommy se la pasaba leyendo para aumentar sus poderes mágicos, ya que naturalmente era bastante poderoso, y había logrado hacer ciertas cosas antes de conseguir una varita y entrar al Instituto. Tenía muchos planes luego de terminar con su educación, los cuales le explicó a Henry con el pasar del tiempo.

Henry también era un mago bastante hábil, había dedicado su tiempo extracurricular a expandir sus conocimientos, y cuando volvía a su casa en los veranos se internaba en la biblioteca que había construido su padre. La mayoría de los libros eran de magia negra, pero al pasar los años, Henry le había agregado otras categorías como, curación, transfiguración, encantamientos, etc. Y había aprendido a aparecerse, mucho antes de que tuviese el permiso del Ministerio.

Finalmente (y sin complicaciones) concluyeron los siete años de educación, sortearon los exámenes medios y finales con bastante facilidad y pronto estaban planeando su futuro. Les habían llovido muchas ofertas laborales, pero habían desechado casi todas; Tommy quería un puesto de alto rango dentro del Ministerio, pero entendía que no tenía la experiencia suficiente para desempeñarlo. Henry solo deseaba seguir ampliando lo que había aprendido en el Instituto y en una de las tantas noches que pasaban debatiendo que camino tomar, le comentó a su amigo que le gustaría irse a estudiar a Europa, donde estaban los orígenes de la magia.

- Porque allá están los pilares fundamentales de cualquier tipo de conocimiento, y el origen de cualquier rama mágica, y si logramos cubrirlas por completo, llegaríamos a ser imparables- le dijo a Tommy.

Aunque su amigo no estaba muy seguro, lo que le dijo esa noche terminó de convencerlo y al poco tiempo de recibirse, comenzaron su largo viaje. A penas tenían dieciocho años cuando pisaron el Viejo Continente, y su primera parada fue en Inglaterra país de origen de Merlín, Dumbledore y tantos otros.

Fue en las Islas Británicas donde conocieron por completo las historias que habían alimentado su infancia. El relato del surgimiento del Señor Oscuro y de su derrota ante el “Elegido”, un adolescente huérfano llamado Harry Potter.

Demasiado vano les pareció la forma en que el ‘Elegido’ se alzó victorioso de la “Batalla de Hogwarts”; increíblemente Lord Voldemort, tenido por uno de los magos más poderosos de los últimos tiempos, había sido derrotado. De cualquier manera, las “Crónicas de Rowling” les sirvieron para darse cuenta de que una vez mas, el Poder Oscuro no siempre es omnipotente.

No se quedaron más de unos meses en las islas y siguieron su viaje hacia el este, donde hicieron paradas en Francia, Alemania, la región del Báltico, etc. Encontraron a muchos eruditos que habían elegido recluirse de la comunidad mágica, cada uno había elegido una vida casi eremita, y a duras penas pudieron lograr que les enseñaran sus secretos; el oro es siempre tentador. Cuando se establecían en las ciudades mágicas se la pasaban en las bibliotecas o comprando libros en los bazares ocultos de los suburbios, como los viejos mercados de Bagdad.

Sus caminos se separaron en Praga; Tommy se volvió a casa, había recibido una carta de su padre y requería de su presencia. Para Henry era demasiado pronto para el regreso, solo habían pasado unos años y sentía que le quedaba mucho más por recorrer. Al cabo de un tiempo vagando por los Balcanes, decidió visitar los países del Báltico nuevamente y, luego de meditarlo algunos días, se instaló definitivamente en Trondheim.

Pasados casi seis años en el viejo continente, decidió retornar a su casa; su crecimiento intelectual todavía no había terminado (pensaba él), pero extrañaba demasiado su hogar. Es difícil dejar todo atrás y que esto no se transforme en una cruz; Henry había partido con ganas, pero el tiempo pasaba y los últimos años en el país nórdico habían sido algo melancólicos.

Fue entonces cuando apareció en su viejo hogar en Silverburg. La habitación se encontraba de la misma forma en la que la había dejado, no había razones de cambio, pero ‘los imbéciles del Ministerio siempre se meten donde no los llaman’ pensaba Henry. Ya no tenía el aspecto de aquel joven de dieciocho años que había partido luego de finalizar sus estudios, el tiempo no había tocado su rostro pero su pelo y la barba habían crecido notablemente. A los pocos días de llegar, recibió una carta de su amigo, en la cual le pedía de verse nuevamente. Sin pensarlo partió hacia North Hood, y luego de seguir las indicaciones que le dio su amigo, arribo a su despacho. Tommy lucía como cuando se despidieron en Praga, aunque Henry lo veía más cansado y agobiado.

Rápidamente le contó de su vida; Héctor había fallecido el año anterior y le había dejado todo a su amigo. Manejar una multinacional no es tan sencillo, ni si quiera para un mago, pero éstos tienen más facilidades que los Muggles; desde entonces le había dedicado tiempo completo, ya que sus hermanos habían apoyado la decisión de su padre y deseaban que Tommy se encargara de todo.

- Estuve unos días en Italia y luego visité Londres- le comentó Tommy - pero no pude contactarte, habías desaparecido del mapa-.

- Hacía un tiempo que estaba erradicado en Noruega, continuando con las investigaciones- le dijo Henry tomando un poco de té.

- Bueno, pero no hay por que lamentarse, aquí estamos- le dijo Tommy - cuéntame algo de tus viajes-.

Henry le contó lo que había hecho, o parte en verdad, ya que el relato era demasiado extenso como para hacerlo en ese momento, de otra forma hubiesen charlado hasta el equinoccio de invierno. Pero continuaron hasta bien entrada la noche; a la mañana siguiente se encontraban en la cocina de la casa de Tommy. Luego de un desayuno tardío Tommy había prendido su pipa y Henry observaba la ciudad desde una de las ventanas.

- ¿Que te parecería hacer un viaje?- le preguntó a su amigo.

- ¿A dónde?- dijo Tommy

- ¿Que te parecería visitar Londres?- le volvió a preguntar Henry, había abandonado su lugar frente a la ventana y volvía a sentarse en una de las sillas de la cocina.

- Pero ya conocemos Londres ¿Tantas ganas de volver tenés?- le pregunto Tommy sorprendido por la idea de su amigo. Henry se quedo un momento mirándolo y luego le dijo - ¿Pero que te parece si visitamos a la Londres de hace doce años?-.

Tommy casi se ahoga con la hebra de humo que había tragado, Henry solo sonreía.

- ¿Cómo pretendes hacer ese viaje? Es imposible- dijo tosiendo.

- No- dijo Henry -, pocas cosas son imposibles dentro del Universo de la Magia-

- Pero todos los giratiempos fueron destruidos hace años, la técnica para fabricarlos hace tiempo que está perdida y sobre todo sería imposible volver tanto tiempo atrás- dijo Tommy sorprendido por las palabras de Henry.

- Tranquilo mi amigo- comenzó -Tengo en cuenta todas las complicaciones y obstrucciones que implican hacer ese viaje. Como te conté, en mis últimos tiempos en Europa había ido a vivir a Noruega, fue allí donde hace más de un año me encontraba leyendo en una biblioteca de Trondheim. Estaba solo, la medianoche había pasado; tenía un libro bastante antiguo en mis manos, otra pila en la mesa y un cuaderno donde apuntaba los temas que más me interesaban. Hacia un tiempo que intentaba encontrar alguna forma de controlar el espacio-tiempo, algo parecido a la forma de aparecerse, pero que se concentrara en la utilización de nuestro poder mágico. Si lo llegáramos a controlar, evitaríamos un gasto enorme de energía; porque toda acción que implique el uso de magia, genera una reacción que reduce la energía que poseemos para ella (el vulgarmente conocido como Maná).

“Así que en eso me encontraba, cuando leyendo teoría tras teoría, llegué a una parte donde se explicaba básicamente lo que hace un giratiempo. Aparentemente, cuando uno le da las famosas vueltas, se crea un pequeño vórtice dimensional. Una puerta que nos transporta unas horas al pasado. Yo no sabía eso, nunca tuve un giratiempo en mis manos, por eso todo era nuevo para mí. De hecho, uno vuelve solo algunas horas al pasado, porque la energía no es lo suficientemente grande como para que sean semanas, meses o más. Seguí leyendo y explicaba el hechizo para generar el vórtice, pero volvíamos al mismo problema: la falta de energía. Y en todo este tiempo todavía no conseguí resolver el enigma”- dijo finalmente y por un largo rato ninguno emitió un sonido.

- El viaje- dijo Tommy hablando nuevamente - que lástima que no pude quedarme más tiempo en Europa-.

- No te lamentes, ya lo voy a resolver- dijo Henry y se levantó para irse - Me vuelvo a casa, te mantengo al tanto de lo que vaya descubriendo-.

Se dieron un abrazo y Henry desapareció.

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