lunes, 16 de marzo de 2009

El comienzo


Sentado donde estaba, no podía dejar de apreciar la amplitud del edificio que me envolvía. Pinturas de distintas personas adornaban el techo; algunas completamente desnudas, otras con apenas una toga cubriendo parte de sus cuerpos. Debían de ser muy antiguas porque un tono amarillento las cubría completamente.

Había cientos de personas a mí alrededor, ubicados en incontables butacas de respaldo color morado. Todos observaban absortos, el espectáculo que se desarrollaba frente a ellos. Yo, no.

Desde que el show había empezado horas atrás, me había dedicado a hacer cualquier otra cosa. No soy muy fanático de la ópera y a mi corta edad, salvo un extraterrestre, nadie lo sería.

Mi padre debió haber notado lo inquieto que estaba, pero en ningún momento intentó persuadirme de mi actitud caprichosa, solo me sonreía de vez en cuando y luego seguía mirando hacia el escenario.

Mi madre no me había dirigido su aguda mirada en ningún momento; podía observar como su cara se contraía o relajaba según lo que sus oídos escuchaban, era gracioso. Me gustaba mucho la cara de mi madre, sus facciones angulosas eran casi perfectas y sus ojos marrones eran muy grandes.

De pronto, el clima interno cambió, pude sentirlo en toda la extensión de mi piel. Era como un escalofrío que se extendía desde la punta del dedo gordo de mi pie derecho, hasta el extremo más alejado de mis cabellos. Tuve mucho miedo. Las luces, el sonido y el ambiente eran oscuros, graves y siniestros. No podía aguantar mucho más, necesitaba salir de aquel lugar cuanto antes.

Mi padre al ver que no la estaba pasando para nada bien me preguntó que me sucedía, pero solo atine a rogarle que nos fuéramos. Me miró a los ojos un momento y habló en vos baja con mi madre. Nos levantamos silenciosamente de nuestros asientos y nos dirigimos a la salida. Podía sentir las cálidas manos de mi madre acariciar mi pelo tiernamente, tranquilizándome un poco.

Ya podía sentir en mis mejillas el aire gélido de la noche invernal. Antes de atravesar el umbral de la puerta del teatro, nos detuvimos unos segundos, acomodamos nuestros abrigos y continuamos. La calle estaba completamente vacía, algunos coches estaban estacionados a los costados, luciendo una espesa capa de escarcha en todos sus vidrios.

Doblamos en la esquina más cercana y nos dirigimos a nuestro automóvil, el cielo lucía completamente despejado y se podían ver muchas estrellas brillantes. Seguía admirando las constelaciones cuando sentí que nos detuvimos, bajé mi mirada y delante nuestro se encontraba un individuo apuntándonos con un arma. Aterrado completamente abracé la cintura de mi madre.

Todo sucedió muy rápido; mientras ocultaba mi rostro en el abrigo de mi madre oí una discusión, un grito y dos disparos. Caí al suelo, golpeándolo con mis rodillas y ya no se escucho ningún sonido más.

Cuando por fin abrí los ojos y levanté la vista, me encontré en el piso con mis padres. Los moví desesperadamente pero ninguno respondía. Entonces rodee con mis brazos el cuerpo de mi madre y cerré los ojos nuevamente, deseando poder desaparecer de allí.

No sé cuánto tiempo permanecí en ese estado, pero lo último que recuerdo es el ruido de la sirena de una ambulancia que se acercaba a toda velocidad.

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