El valiente guerrero cruza la entrada de la caverna, pasa por las paredes talladas por el fuego y el tiempo. Se pregunta cuantos años tendrá ese lugar; estalactitas y estalagmitas adornan el interior, y un ruido que se asemeja al que produce el agua goteando viene desde las profundidades de la cueva. Cada paso lo va acercando más y mas al fondo, el camino se inclina un poco, toma algunas curvas y luego sigue recto. El aire se va calentando y haciéndose cargado con cada tramo, los pesados atavíos empiezan a agobiarlo, pero el guerrero continúa su trayecto.
Seguía absorto en sus pensamientos y casi no notó al individuo que se sentó frente a él; luego de unos segundos habló, pero lo hizo sin mirar al recién llegado.
Días de búsqueda después, emprende el recorrido que va desde un pequeño poblado hacia la montaña, donde Rakken seguramente lo está esperando, y no puede evitar pensar en ella. Quien diría que se enamoraría perdidamente de esa mujer cuando se la cruzó en los Bosques de Nordheim, en ese entonces era impensado para él y para cualquier otro que lo conociese bien. Pero esa dulce sonrisa, esos hermosos ojos marrones, y su brillante pelo oscuro lograron lo imposible. Derritiendo ese corazón de hielo, la joven Aleta se adueño de él, y poco le importo que fuese un eterno nómada, sabía que cualquier camino que emprendiese su retorno conduciría nuevamente a ella. Y así fue durante varios años, hasta que la muerte los separó injustamente, porque nadie vive eternamente.
El camino que empezara casi un kilómetro atrás está por terminar; se encuentra en el corazón mismo de la montaña, el calor es cada vez más insoportable pero, a pesar de esto, continua con su famosa armadura. De un color violeta y brillando como por arte de magia ésta cubre su cuerpo, parece construida con gemas pero es más dura y más liviana que el acero. En el pecho luce tallada un ave que brilla con una luz amarilla a diferencia del resto de la armadura que lo hace con una fría luz violácea.
Con pasos seguros completa el trecho que le faltaba y se encuentra cara a cara con Rakken.
“Me lo pidieron cortésmente y no pude rechazar tan suculenta oferta” sonrió el guerrero.
“¿Qué ocurre mi amor?” Pregunta Aleta.
Abrazándola aún más, cierra los ojos y el sueño no tarda en llegar. Sus caricias siempre lograban reconfortarlo de forma sorprendente.
La caverna vuelve a aparecer y con ella lo hace él. Se lo nota exhausto, tiene algunos cortes en la cara, pero éstos son ínfimos. Se encuentra sentado sobre unas piedras cerca de la orilla del lago subterráneo, con el antebrazo izquierdo sobre su rodilla y su mano derecha agarrando la espada desenfundada que se clava en el suelo rocoso. La hoja, ahora desenvainada y en reposo, es maravillosa, distintos estilos de runas la adornan y cerca de la empuñadura se encuentra tallada un ave.
El cuerpo de quien fuera su enemigo se encuentra tendido a unos metros de él, la lucha fue intensa pero al final logró vencerlo. Otro guerrero que se suma a la larga lista, pero éste era especial, la victoria final se construye en base a su derrota.
Por fin se levanta de donde se encontraba, se acerca al cuerpo de su enemigo y lo observa por unos momentos.
Luego enfunda la magnífica espada cruzando su espalda y emprende el camino de regreso.